miércoles, 27 de diciembre de 2006

Así se pierde cada recuerdo

Como las almas en pena que vagan en las altas horas de la noche en los páramos más olvidados, vienen mis sueños tras de mí arrastrando las cadenas de los años. Y yo me vuelvo a ellos y los contemplo en silencio, y mis ojos miran al mundo al trasluz de los sueños como hojas de otoño que ruedan por el suelo arrastradas por el viento, y de vez en cuando se detienen pero nunca descansan.

La coral de mis recuerdos eleva su canto a lo lejos. Voces etéreas que me alcanzan desde lo más recóndito de mi memoria. Voces que evocan los cantos de mis fantasías y mis delirios. Sueños que murieron sin realizarse, sueños que nacieron muertos. Sueños que pasan ante mí en las tinieblas de mi soledad como la melodía cautivadora de una orquesta que secuestra de la música los matices, de la vida los momentos y de las imágenes que retiene la retina de la memoria, los detalles que grabados quedaron en el alma. Y van pasando rostros, nombres y momentos en lúgrubre procesión. "Fuimos, fuimos" plañen mientras avanzan y van alternándose sonrisas, bondades y miserias como en un caleidoscopio rompiéndose cualquier atadura de la mente... El cerebro ya no piensa, el cuerpo ya no responde. Tan sólo quedan las emociones y los sentimientos.

Y en ese momento de sonoridad infinita, el alma vibra y como una nota de piano, que suspendida en el aire asciende hasta el cielo desde la tierra y se pierde en el infinito mientras la melodía continúa, así se pierde cada recuerdo en el tiempo.

Aldros.

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